Publicado en Clarín.com
Suele irme tan mal que, cuando me va bien, me da miedo»
Hipólito Yrigoyen
Hablar de los Kennedy remite a John Fitzgerald y la concatenación de calamidades que su familia sufrió durante el siglo XX. Pero el apellido tiene una acepción nacional desconocida, una historia de héroes frustrados, que permanece casi oculta para el ideario popular argentino. Mario, Eduardo y Roberto Kennedy, descendientes de irlandeses que hasta podrían estar emparentados con el histórico presidente norteamericano, fueron tres hermanos entrerrianos que intentaron hacer una revolución contra el primer presidente de facto argentino, José Félix Uriburu.Pero fallaron y, claro, el bronce de la historia nunca brilló para ellos.
Corría 1932 cuando Hipólito Yrigoyen pasaba sus días preso en la Isla Martín García. El Comité Antipersonalista, la Unión Cívica Universitaria y las duras editoriales del diario «Crítica» de Natalio Botana habían jugado en contra de «El Peludo», como le decían, para abrazar el golpe de 1930. El plan de los hermanos Kennedy era liberarlo para traerlo de nuevo al poder. Para esto, resignaron sus cómodas vidas, sus familias y planearon un complot desde La Paz, sin contar con un malentendido que les hizo cambiar los planes sobre la marcha. «Se vende la hacienda», era la señal de luz verde para activar el plan, pero un temerario telegrafista se interpuso en el camino.
Exiliados y perseguidos por aire, tierra y mar, los Kennedy entrerrianos llegaron a tomar las armas con un único objetivo: recuperar la democracia arrebatada al sobrino de Leandro N. Alem.
Su historia pasó al olvido, pero ahora el escritor Jorge Repiso la plasmó en una novela que recupera esta poco conocida crónica (Los Kennedy Tres hermanos que casi cambiaron la historia, Emecé, 179 pesos). Una crónica que tiene como telón de fondo los inicios del radicalismo, el cabildeo más feroz de principios del siglo pasado y la camaradería de tres hermanos que, hace mucho tiempo, lucharon por la joven democracia argentina.