
Agarrar el teléfono, chequear las notificaciones. Responder mensajes de WhatsApp, dar algún like en Instagram y hacer swipe en una app de citas. Ponerse a trabajar y, al rato, volver sobre la pantalla sin rumbo. Y perder más de tres horas haciendo “nada”. La filosofía del smartphone y las redes sociales se coló en nuestras vidas sin que nos cuestionemos qué de ella nos hace bien y qué, mal.
Byung-Chul Han, reconocido filósofo alemán de origen surcoreano, escribió un nuevo bestseller en 2021 y hay varias ideas potentes, aunque quizás no del todo originales: No-Cosas. Quiebres del mundo de hoy es una invitación a repensar de qué manera nos relacionamos con la tecnología en 2021.
La primera capa del libro, y la más visible, es la marca de origen de Han: como buen filósofo, está interesado en dar con la diferencia específica de la época en la que vive. Allí es donde se encuentra con que habitamos un mundo en el cual ya no nos relacionamos con las cosas. Nos relacionamos con plataformas online, con likes, con posteos. Con deseos digitales que -no por digitales sino por deseos- nunca se verán realizados.
Ahí se empieza a ver la segunda capa, una reflexión sobre una cotidianeidad naturalizada que no cuestionamos. Y para hacer esto se sirve de vertientes clásicas del pensamiento occidental, con más guiños para entendidos, pero no por eso incomprensible para quien no sepa de filosofía. Veamos.
Las redes hacen que «las cosas desaparezcan sin que nos demos cuenta”, considera el filósofo. Foto AP
Han no plantea nada que no haya pensado ya el filósofo alemán Martin Heidegger, quien a su vez quizás tampoco haya planteado algo que no haya escrito Platón (como suele decirse -un poco en broma, un poco en serio- la historia de la filosofía occidental no es más que una nota al pie de la obra del filósofo griego). De hecho, la pregunta por el “ser” de las cosas, por las “cosas” mismas y su existencia es tan vieja como los filósofos presocráticos del siglo VI a.C.
Pero Han hace algo novedoso al iterar -repetir, de manera distinta- estos interrogantes: piensa esos problemas de forma actualizada. Les hace F5. Platón, Agustín, Descartes, Kant y Hegel no pensaron con un teléfono celular en sus manos. Han, sí.
Y lo hace con una virtud poco resaltada en el ámbito intelectual: escribe de una manera muy clara. A Han se lo puede leer sin trabas, es comprensible y ameno. Pero no por eso menos incómodo, angustiante, a la hora de ser digerido.
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