Publicado en Clarín
─¿Te vas a convertir al islam? Si lo hacés, podés quedarte.
Ella negó con la cabeza.
─OK. Entonces subí al colectivo con todas las demás.
Nadia Murad Basee Taha terminaba de sellar su destino: pasaría a ser otra sabaya, una esclava sexual de ISIS, el grupo terrorista autodenominado “Estado Islámico”.
Sólo le faltaba conocer a su “dueño”. Había tenido la última oportunidad antes de subir a ese micro, pero sus principios eran más fuertes: nunca renunciaría a ser yazidí.
Los yazidíes son una de las minorías no musulmanas que peor la han pasado en la zona de Irak y Siria donde opera ISIS.
Han sido perseguidos históricamente y, durante los últimos años, masacrados. ISIS no les perdona que crean en la reencarnación, que tengan tradición oral (sin un libro sagrado) o que adoren a Melek Taus, el «Ángel Pavo Real», la deidad central de su fe.

Melek Taus. (Wikimedia Commons)
El 3 agosto de 2014, durante las primeras horas de la mañana, los sueños de Nadia se empezaron a resquebrajar. ISIS había llegado para asesinar a toda su familia en Kocho, su aldea natal. Y a los 19 años ella pasaría de mano en mano de terroristas, como una mercancía.
Desde que se negó a abandonar su identidad yazidí, el cuerpo de Nadia tuvo precio. Y nunca más de 20 dólares.
La primera vez que vio a un soldado del “Estado Islámico” fue a 6 días de la ocupación. Se había quedado sin agua y sin harina, y salió a escondidas. Tenía miedo hasta de su propia sombra.Entró en lo de un vecino, tomó lo que necesitaba y se fue.
Mientras volvía escuchó a 2 militantes de ISIS que hablaban de destrucción total, fusilamiento de todos los hombres y esclavización sexual de todas las mujeres, esas “sucias infieles”.

2014: Nadia y las mujeres de su familia, en Kocho. (Gentileza Penguin Random House)
Querían borrar a los yazidíes del mapa con conversiones forzadas, violaciones y asesinatos.
Tenían una serie de fetuas propias (decretos religiosos que en este caso, según especialistas musulmanes, no tenían nada de islámicos) y se permitía violar sistemáticamente a las yazidíes. Hasta tenían un manual para someterlas.
En 2014 Naciones Unidas registró 5.000 asesinatos de hombres yazidíes en el norte de Irak.
Nadia, la menor de 11 hermanos, fue capturada, traficada, humillada, quemada con cigarrillos y torturada durante 2 años.
Logró escapar cuando su captor se olvidó una puerta abierta. Y hoy cuenta su historia en Yo seré la última (Mondadori, 368 páginas, 439 pesos), un libro recientemente editado en la Argentina.

Nadia, en Naciones Unidas. (Reuters)
Ahora vive como refugiada en Alemania, desde donde lleva adelante un reclamo por justicia junto a Amal Ramzi Clooney, la abogada especialista en derechos humanos que defendió a Julian Assange, el fundador de Wikileaks, y además está casada con el actor George Clooney.
Amal logró, luego de muchas frustraciones, una resolución histórica del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que crea un equipo de investigación para recabar pruebas de los crímenes cometidos por ISIS.
Y Nadia continúa su lucha para que los hombres que la secuestraron y mataron a su familia enfrenten un juicio. Este es el diálogo que mantuvo con Clarín vía correo electrónico.